Hace ya un mes que ando descuidando este blog. Muchas experiencias asociadas al vino han acontecido y, ya es hora de plasmarlas en algunos nuevos escritos.
Antes, me otorgo el permiso de despedirme de un compañero de andanzas que se apagó en octubre. Mi amigo y mascota, mi perro y amigo al que se le erizaban las orejas cuando le llamabas por su nombre: watson.
Fue un Golden Retriever. Fue noble. Rubio. Fue amigo. Llenó mucho espacio en mi casa (su casa). Dejó demasiadas cosas por hacer juntos. Se fue.
Quiero levantar una copa de un Gewurztraminer de Viñas del Vero en el recuerdo de su lealtad. Su rubio pajizo me recuerda a él. Su brillo a su alegría. Su frescor a la mirada leal. Su aroma tremendamente floral a su vida en la naturaleza. Su sequedad a lo básico de su bondad. Y la complejidad de fruta, sabores vivos y directos de cítricos, y el arrebato de frescor en boca, a la perplejidad de lo complicado que a veces resulta lo simple.
Gracias watson por cambiar el curso de tantos días que podrían haber ido un poco peor… te extrañamos. Un sorbo del somontano va por ti!!